jueves, 19 de marzo de 2009

OJO DE LA MUJER. NO ME ARREPIENTO DE NADA





Me liberaron con Freud, Willheim Reich y Tríptico Erótico.
Soy libérrima y feliz, alegre y optimista, entusiasta y orgiástica.

Pero, a veces, lo confieso, dudo, retrocedo, cedo:
sin embargo, me mueven. me conmueven
sus miradas desde el fondo hondo de sus espejos
los ojos vitriólicos,telescópicos y acusadores
conque me fusilan levantando el dedo delator, denunciante, difamador, inculpador, fiscal, acusón, chivato, soplón y traidor:
y quisiera ganarme su aceptación, casi su perdón.

Aspiro a ser la niña buena, la mujer decente,
la princesita encantada
irreprochable con su maridito,
todo a la burguesa, con todo y su viaje dominical por hamburguesas,
una esclava imperial, sujeta al macho
y ser capaz de sacarme un diez en conducta
comportándome a la altura de la parentela: padres, hijos, amigos..

En esta contradicción hegemónica, decimonónica,
he perdido numerosas batallas morales y mortales
en guerra inútil de ellas contra mí.





Y así, con el alma adolorida me despeino, rompo en cachitos espejos y modelos sociales
transgrediendo las ancestrales programaciones occidentales.

¿Y cómo explicarles a estas señoronas
que el día en que te vi cerquita de mi casa
sentí en mi núcleo existencial un escalofrío vertebral;
por mi sangre corrió vertiginosa la identificación de genes y gentes:
tú eres mi Heminway, cubano, de abuela y padre cubano,
de mis mismos apellidos Peña y Barrera
y por eso el amor sin barreras corrió entre la piedra viva y este peñasco
de músculos, muslos contorneados y exuberantes formas,
que sin penas, mis genes peñas me impulsaron a besarte,
mientras te sonrojabas y experimentabas el gozo de mis gruesos labios
que se entreabrían para suplicarte que me llevaras contigo al cuarto de tu hotel.
Y ocurrió el milagro de que "tu mujer costarricense" me llevara hasta tu alcoba.




Y en la noche estábamos oyendo al viejo trovador
en el bar céntrico donde acostumbraba el viejo "del viejo y el mar"
tomar sus mojitos con lima, hierbabuena y el verdadero ron;

¿cómo explicarles que teníamos esa cita con nuestro destino?
¿Qué saben de tu abuelo, el médico que trabajó con Finley para bien de la humanidad?
¿Qué saben del MacVaught que dio configuración científica a esa planta maravillosa
que se da en tu tierra maternal, la chaya, que no termino aún de estudiar?
¿Y qué saben de tu nieta encantadora que cautiva en Yucatán,
de padre cubano y de la misma gracia y espontaneidad de tu abuela habanera?




¡QUE VIVA ELENA PEÑA BARRERA DE VAUGHT!

No me importa que no quepa en su arquetipo, en su ridículo molde
de sus sueños gringoides y de permanecer como pilares de la familia
porque mando al carajo su indomable afán imperial y me atrevo a ser
loca, falible, científica, tierna, vulnerable y seria
capaz de enamorarme de mi viejito y de hacerle el amor de pie, como quería Heminway,
alegre y triste porque te ibas al día siguiente
para seguir tu lucha por causas justas y tu entrega a la litenatura:

porque me convenciste, antes de conocerte,
que de adulta debía atreverme a vivir mis fantasías,
a no vedarme niñez y placer y a gozar el cuerpo que todos tus ancestros te dotaron.

No culpo a nadie. Más bien les agradezco a nuestros padres los dones que nos heredaron.
NO ME ARREPIENTO DE NADA. Y si fuese la Piaff o Paul Anka, da lo mismo,
porque coincidimos en creer que nuestro way, es Hemingway, y todos los demás son bueyes.



Ahora, Lívingston. quiero revelarte, sin rebelarme,
que me he hundido en pozos más profundos que tus cenotes
y en las mañanas, no más abro los ojos y siento ganas de llorar,
y las lágrimas son unísonamente de felicidad y de pesar.

Porque estoy buscando realizarme como doctora de cuerpos como el tuyo
que se están yendo todos los días de su perfección al finiquito.

Y entonces veo a esas mujeres que me persiguen
con sus ojos de "ya ves, te lo dije", espantadas y dizque adoloridas,
porque me has dejado en el abandono.
-- No eres, cabrón, tú el "abandonado".

Yo soy la que has dejado tirada en tu tierra
y entonces me culpo de no haber sido niña buena,prudente.

Me circundan y danzan y elevan a coro sus canciones infantiles
a la víbora de la mar y sus pilares de oro y plata,
me encierran en cautiverio y esta mujer hecha y derecha,
esta hembra plena, buenota, ardiente,
de pechos erectos y anchas caderas y plano Monte de Venus,
bajo el hirsuto y negrísimo triángulo que te hizo como flecha
dirigirte a mi voraz, agridulce sexo sin seso, la atleta,

Yo, Lívingston, quien profesa ser la médica, la ecuánime analista,
de tus enfermedades incipientes y dolores, ¡por mi madre lo juro!,

Me desplomo, balbuceo, protesto en contra de tus iniquidades y desvaríos,
y mil veces me pregunto para qué diablos me trajiste a tu lado si no puedes permanecer
un par de horas, siquiera, junto a mí.

Y entonces, ya en el paroxismo, desesperada y desesperanzada grito:
¡Aunque no les cuadre soy la mujer de este viejito lindo, libidinoso Lívingston
y soy la mujer caliente que me encanta ser...

¡Chinguen a su madre! y ¡Déjenos en paz!
Porque como dice José Alfredo, si nos dejan,
buscaremos la felicidad y si la encuentro, cabronas,
dejarán de verme con el ojote ojete de la mujer.

¡Soy mujer.., y a mucho orgullo, CUBANA!