Conversar es divino, pero es propio de los humanos.
La palabra del hombre es hija de la muerte.
Hablamos porque somos mortales;
las palabras son signos pero también años.
Dios habló. En un idioma que comprendieron los profetas.
Por eso entabló diálogo con Moisés
y dictó las leyes de las doce tablas.
Fue conversación suprema
del Ser sin nombre con su representante en la Tierra.
Dicen lo que dicen. Ordenan el caos y rigen.
Lo que dicen dura,
Los nombres que pronunciamos son tiempo.
Los sustantivos nos dicen, nos nombran
Somos nombres del tiempo-
Cuando dices Livingston Vaught
estás npmbrando a la piedra, la viva.
Y entramos en charla amigable:
con todo, por tanto tiempo, seguiré siendo piedra aunque ya no viva:
Yo, Lívingston resucitaré y estaré al lado del ser divino.
No lo dudes, querido amigo:
conversar es divino
pero es también la principal ocupación de los humanos.
Conversemos, pues. Te espero en mi sala, donde cuelgo
tu cuadro de la indígena con su hijo a cuestas, envés, ...
a espaldas nuestras.
Los sustantivos nos dicen, nos nombran
Somos nombres del tiempo-
Cuando dices Livingston Vaught
estás npmbrando a la piedra, la viva.
Y entramos en charla amigable:
con todo, por tanto tiempo, seguiré siendo piedra aunque ya no viva:
Yo, Lívingston resucitaré y estaré al lado del ser divino.
No lo dudes, querido amigo:
conversar es divino
pero es también la principal ocupación de los humanos.
Conversemos, pues. Te espero en mi sala, donde cuelgo
tu cuadro de la indígena con su hijo a cuestas, envés, ...
a espaldas nuestras.
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